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Quiropráctica durante el embarazo

Ese momento en que te enteras que vas a ser mamá. Ese segundo en que aparece un positivo y tu organismo comienza a asimilar lo que se le viene encima. El estallido emocional comienza y perdurará durante las 40 semanas siguientes. La ilusión, las expectativas, la incertidumbre, la curiosidad, el miedo… emociones, al fin y al cabo, que no podemos controlar porque nos sobrepasan.

Por si fuera poco, sumado a ese carrusel emotivo aparecerán otro tipo de síntomas y de cambios físicos. Ahora tu organismo tendrá que trabajar por dos (si no son más) y para que esto suceda es fundamental que tu sistema nervioso funcione a la perfección y sin desajustes que interfieran en la labor.

Los síntomas más típicos durante el embarazo suelen ser: nauseas, dolor de cabeza, dolor muscular, cansancio, ardores, lumbago, dolor en el pubis, etc. Y uno muy común es la ciática. Aproximadamente el 30% de las mujeres embarazadas tienen problemas con el nervio ciático. Suele aparecer a partir del segundo trimestre del embarazo y acostumbra a ser consecuencia del aumento de peso del bebé. Esta sobrecarga en la espalda puede provocar la aparición de este doloroso síntoma.

Un embarazo es la etapa donde el cuerpo de la mujer sufre más cambios. Bien sean cambios estructurales, emocionales u hormonales, su objetivo es siempre el de darle espacio al bebé para que crezca dentro del vientre y preparar el parto. En el proceso se dispara también la producción de hormonas como la progesterona, los estrógenos, la relaxina, etc.  Y los ligamentos que sostienen las articulaciones se vuelven más elásticos y flexibles. Esto provoca que sea más fácil que la columna y la pelvis se desequilibren. Por si no fuera suficiente, el peso creciente de la barriga cambia su centro de gravedad por lo que la curvatura natural de la columna vertebral se ve afectada.

Ahí es donde la Quiropráctica entra y demuestra su eficacia.

¿Cómo puede ayudar la Quiropráctica?

Los Quiroprácticos equilibran la columna vertebral y la pelvis y liberan los bloqueos del sistema nervioso mediante ajustes vertebrales. Cuando se equilibran los huesos de la pelvis y el sacro se quita la presión que estos ejercen sobre el nervio ciático. Así, por ejemplo, el útero podrá agrandarse de manera simétrica. Muchas veces los bebés no se pueden colocar en la posición adecuada debido a desequilibrios a nivel pélvico que se pueden corregir. Esto ayuda a una correcta posición fetal y a un desarrollo y crecimiento normal del bebé.

A la hora del parto es de suma importancia el equilibrio de la pelvis en la madre. Si está equilibrada y con una buena movilidad facilitará que el bebé baje por el canal de parto de manera adecuada. Un cuerpo equilibrado facilita el parto natural evitando cesáreas e instrumentación innecesaria.

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